Un amor que da luz...

Hoy quiero hablar de alguien que, aunque apenas he nombrado en este blog, ha estado acompañándome en muchas de las reflexiones y experiencias que aquí he relatado y también en el cómo las he relatado.
Se trata de Pepe.

Alguien que, con su medida, me ha facilitado el aliento necesario para muchas de mis aventuras y proyectos. Una medida que nunca ha sido edulcorada, ya que siempre me ha dicho la verdad sobre lo que ve y piensa en relación a lo que yo hago. En ocasiones, esto ha sido duro y conflictivo, pero siempre enriquecedor.
Alguien que, con su cuidado, me ha allanado el camino para afrontar mi enfermedad. Me emociona recordar sus desvelos por verme bien y no tengo palabras para nombrarlo. Junto a esto, a veces no ha sabido darme lo que necesitaba ni yo he sabido pedírselo sin caer en la exigencia. Y así, con nuestros aciertos y nuestras torpezas, hemos ido aprendiendo a cuidar cuidándonos.

Alguien que, con su ternura, me ha facilitado un nuevo lenguaje para comunicar lo difícil. Una ternura que a veces ha ido acompañada de cabezonería y dureza, y otras muchas de acogida y escucha. Pero siempre de ganas de vivir una relación real, sin fantasías que sólo nos confunde y nos distancia.
En fin, os estoy hablando de alguien con quien he ido aprendiendo el difícil arte de la relación. Y aún seguimos en ello.
Parafraseando a Simone Weil, yo lo siento como un amor que, sin consolar, ilumina.