‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Cuestión de miedo...

Andamos en un terreno muy inestable, sin asideros claros y precisos, con noticias que nos hablan de desmantelamiento y empobrecimiento...
Andamos vislumbrando un futuro imprevisible, en el que no sabemos a ciencia cierta qué será de nuestras vidas, ni sabemos cómo se hace para sobrevivir en un nuevo contexto que nunca hemos vivido ni sabremos cómo será...
Andamos con el cansancio pegado en nuestra piel ante el goteo constante de medidas, recortes, políticas, palabrejas, que anudan nuestra garganta con un grito mudo que baja hasta el estómago y, a veces, hace temblar las piernas...
Andamos en un territorio donde es fácil que el miedo campe a sus anchas porque el miedo está hecho de amenazas y precauciones, de una alerta constante, de fantasías que se disparan ante la incertidumbre...
Andamos en el territorio del miedo, miedo como respuesta, miedo como forma de superviviencia, miedo como arma política, miedo y más miedo.
Andamos en un lugar donde el miedo, ese miedo que nos acompaña con tanta fuerza, anda mudo, como si se tratara de un tabú o de algo vergonzante.
Es una paradoja, se habla del miedo como arma política, pero no de la vivencia cotidiana del miedo. ¿Será que el mayor de los miedos es el miedo al miedo?

Por eso, propongo que hablemos sobre ese miedo que nos acompaña, que lo compartamos, para entenderlo, desmenuzarlo y colocarlo en un sitio que no nos tambalee la vida y, a la vez, nos permita comprender qué necesidades se esconden detrás de esta emoción.
Propongo que, en vez de someternos a su locura o, por el contrario, en vez de intentar controlarlo a fuerza de no mirarlo, lo invitemos a tomar café y entablemos una larga y profunda conversación con él, para poder, no solo escuchar qué nos dice, sino también poner razón a sus palabras y amenazas, traer confianza a nuestra capacidad para cuidar nuestras necesidades y deseos, encontrar la forma de vivir cada circunstancia que nos toque vivir con creatividad.
Insisto, creo que lo que nos paraliza no es tanto el miedo, sino el miedo mudo, el miedo sin consciencia, el miedo que se esconde y no nos atrevemos a mirarlo a la cada, el miedo vivido en soledad,  el miedo sin encuentro, escucha, relación y comunidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Exorcizarlo es una muy buena idea.
Pero primero, efectivamente, hay que tenerlo muy presente, hacerlo real para que desaparezca la sensación de incertidumbre que es, en el fondo, lo que nos asusta.

Patricia Torres Cañada dijo...

Graciela, fue estupendo poder hablar de qué es el miedo, cuáles son los nuestros ahora mismo y hablar con ellos y sobre todo hacerlo en compañía.

Muchas gracias


y besos

Candela dijo...

Gracias a Morgana he descubierto tu blog. Ella me ha dicho que tú, como yo, hemos hablado del miedo. Veo que sí, tú haces unas propuestas, yo unas advertencias :)

Un abrazo