‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Injerencias

Adoro El Hierro y, por ese cariño especial que le tengo a esa isla, me conmueve de forma especial lo que está ocurriendo allí.
Aquí en Madrid no he sentido temblar el suelo ni tampoco he visto como el mar que les da de comer ha cambiado drásticamente de color.
Pero, desde el centro de esta península lejana y tal vez extraña, he sentido temor por lo que le puede pasar a esos lugares que he pisado alguna vez con tanto placer, he sentido fascinación por la fuerza de la naturaleza y por todo lo que es capaz de crear, he sentido inquietud por la incertidumbre en un territorio tan delimitado y querido...
Desde la distancia, me resulta difícil imaginar qué ha ido sintiendo cada hombre y cada mujer que ha estado pisando esa tierra en estos últimos meses, cómo ha vivido la emoción de ser cuerpo, qué ha pensado sobre el futuro, qué dimensión ha tomado su relación con el mar, de qué modo late su corazón y se eriza su piel.
Y así, desde tan lejos, quisiera poder escucharles, saber qué sienten, qué quieren, cómo es la experiencia de pisar la fragilidad.
Sin embargo, lo que he podido escuchar es una serie de avisos de las autoridades correspondientes alentándoles a mantener la calma.
Al escuchar este tipo de avisos, me he preguntado cómo es posible que las autoridades se atrevan a hacer este tipo de injerencias en lo más íntimo del ser humano y a nadie le parezca extraño.
No sé, creo que una cosa es decir a la gente que actúe con prudencia para facilitar el trabajo de quienes están velando por la seguridad y otra muy distinta es decir lo que cada cual tiene que sentir. O mejor, una cosa es sentir que la calma se ha ido de nuestro interior y otra bien distinta es actuar de forma alocada y peligrosa.

Pensando en eso de las injerencias, escuché hoy, del mismo modo que lo vengo escuchando en estos días pasados, que al capital le molesta la democracia en Grecia.
En fin, mejor lo dejo para otro día.

1 comentario:

Patricia Torres Cañada dijo...

gracias por hablar de esos intentos de injerencia en los sentimientos de cada ser,y de que parece que a nadie le resulta extraño.

un besito