Me llama la atención y me emociona ver que la violencia contra las mujeres, a pesar de su virulencia, crudeza y extensión, ya no es algo que se asuma fácilmente como algo natural.
Cada día hay más lugares del planeta donde ellas, en vez de resignarse, logran alzar una voz que tiene eco en otras y también en otros.
Esto está ocurriendo, entre otros muchos sitios, en India, Libia o Pakistán.
Me da la sensación de que se trata de un testigo que se va pasando de mano en mano a lo largo del mundo entero, en un camino que, aunque complejo y a veces tortuoso, cada vez es más difícil de detener.
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