‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Cerca de Lorca...

El jueves, con el cuerpo aún en vilo por el temblor sentido en Murcia a raíz del terremoto ocurrido en Lorca, escribí este post y, mira por donde, parece que hubo otro 'terremoto' en blogger que hizo que este post desapareciera por unos días y que algunos de los comentarios muy queridos para mí sigan desaparecidos.
Lo que me confirma que la vida no puede controlarse y que nunca hay que dar nada por hecho.


Esto es lo que dije entonces:

Estoy en Murcia.
Ayer, mientras impartía una sesión sobre el amor y la sexualidad, la sala tembló.
Al cesar el temblor se quedó el alboroto en el cuerpo.
Y así, alborotados y alborotadas, buscando información de lo ocurrido, asimilando la emoción, seguimos la sesión.
De pronto, en apenas unos segundos, se nos hizo evidente que somos cuerpo y que la experiencia de vivir atraviesa nuestra piel.
Ese alboroto que sentimos nos hizo saber que estamos vivos y vivas y, de algún modo, nos hizo recordar también que somos sexualidad.
Luego, por la noche, la cama en la que dormía también tembló. Me volví a alborotar, pero el sueño pudo conmigo y me rendí ante las garras de Morfeo.
Al despertar, sentí otro temblor distinto, el de la vida, esa vida que nos empeñamos en controlar y que siempre se nos presenta llena de imprevistos.
Me entró la risa al pensar que, con todo lo pasado en la tarde de ayer, hoy volvía a tener el día planificado, aunque hoy me acompaña la convicción de que esa planificación no es más que un juego porque, como se lo oí decir un día a una amiga, la vida tiene vida propia.

1 comentario:

Patricia Torres Cañada dijo...

Ay Graciela, cómo es eso de estar viva y darse de cuenta....

besos