Un chorro de aire fresco

Guille, uno de los participantes del seminario 'Lo personal es político', comentó hace unos días que las preguntas propuestas para mantener vivo este espacio son como un chorro de aire fresco.
Me emocionó escuchar el placer que él sentía al ponerse a pensar a partir de estos interrogantes.

¿Por qué hablo de esto hoy aquí? Por que, últimamente, han sido varias las alumnas y los alumnos que me han dicho, al finalizar algún curso, que éste le había permitido pensar, señalando, además, que pararse a pensar no es algo habitual en sus vidas.
Cada vez que oigo a alguien decir esto siento un doble tirón. Por un lado, la alegría de saber que en nuestros encuentros el pensamiento ha estado vivo. Por otro lado, la tristeza de conocer que no es algo que esté incorporado en el día a día de mucha gente.

En esta foto estamos Guille y yo (a la derecha), junto a Carlos, Cristina y Tatiana, pensando.
Con esta foto, os invito a cuidar esta aventura que nos permite entrar en territorios, rincones o matices desconocidos y a menudo imprevistos.
Pensar implica prestar atención a algún aspecto de la vida o del mundo como si nos acercáramos a ello por primera vez, o sea, conlleva abrirse a esa realidad sin dar nada por hecho ni sabido.
Supone no plegarse a la teoría, sino dialogar con ella a partir de los interrogantes que nuestra experiencia de mundo nos trae. Y esto es así incluso cuando esa teoría haya sido creada por uno mismo o por una misma.
Significa humildad, no olvidarse que nuestra mirada es siempre parcial y que no tiene sentido hacer trampas en el solitario para llegar a una respuesta que, quizás sea sensata o atractiva, pero no verdadera.
Conlleva cierta serenidad para dejar que el vacío que se crea con cada nuevo interrogante haga su trabajo.
Como dijo María Zambrano, 'si el pensamiento no barre la casa por dentro no es pensar'.

Esta gran aventura que es el pensar, además de aire fresco, nos trae la posibilidad de dejar sin resuello cualquier forma de autoritarismo, en la medida que nos facilita el camino para ver las cosas desde los propios ojos y, por tanto, para vivir sin necesidad de doctrinas.