A menudo espero las vacaciones para disfrutar de paisajes que, por el hecho de vivir en una gran ciudad, no suelen estar a mi alcance.Ya he iniciado las vacaciones y en ello estoy. ¡Qué gusto!
Junto a esos paisajes, quiero detenerme en el paisaje que presenta cada persona que me acompaña.
Quiero abrirme para poder verlas como si fuera la primera vez, escucharlas entreteniéndome en cada entonación, entenderlas sin dar nada de lo que me dicen por conocido o sabido, disfrutarlas sin exigencias ni pretensiones.
Sé que esta aventura sólo será posible si no me olvido de que cada persona es otra, singular, única y distinta a mí.
Desde ahí, quiero también disfrutar de mi propio paisaje, ese que me conforma y, por tanto, me acompaña a lo largo del año y no siempre le presto atención. Un paisaje que cambia y se enriquece cada vez que me abro a nuevos horizontes.
Quizás, si le cojo el gustillo, ya no esperaré a las vacaciones para disfrutar de la diversidad de los paisajes humanos.
Me emociona imaginar un mundo en el que todos y todas nos abrimos día a día a este tipo de aventuras.
3 comentarios:
cómo me gusta lo que dices, siempre abriendo puertas, ventanas, relaciones... disfruta
qué bueno, Graciela, poder seguir leyéndote aunque estés lejos....muchas gracias por tus reflexiones y propuestas inspiradoras...
tati
Ver a esas personas queridas como si fuera la primera vez, escucharlas entreteniéndome en cada entonación, entenderlas sin dar nada de lo que me dicen por conocido o sabido, disfrutarlas sin exigencias ni pretensiones.
Sé que esta aventura sólo será posible si no me olvido de que cada persona es otra, singular, única y distinta a mí.
Gracias por recordármelo para no dejar de preguntarme cómo quiero relacionarme con esta persona de carne y hueso que es de este modo y no como a mi me gustaría que fuera.
Echo de menos tu voz y de algún modo se hace presente en tu escritura. Lázuli
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