"Tendencia a extender el dolor más allá de uno mismo: ¡yo aún la tengo! Las personas y las cosas no son para mí suficientemente sagrados. ¡Ojalá no ensucie nada cuando me convierta totalmente en lodo! Que no ensucie nada, aunque sea sólo dentro de mi pensamiento. Ni en los peores momentos sería capaz de destruir una estatua griega o un fresco de Giotto. ¿Por qué entonces otra cosa? ¿Por qué, por ejemplo, un instante de vida de un ser humano que podría ser una instante feliz?"
- Simone Weil, La levedad y la gracia, Ed. Trotta, Madrid, 1998 -
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