‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Tozudez

Parece que la metáfora del barco tiene éxito para describir este momento histórico, es fácil encontrarse con ella.

Estamos en un barco a la deriva.
Un barco que se hunde.
Un barco que solo tiene salvavidas para el capitán y unos pocos miembros de la tripulación.
Una patera rodeada de tiburones ávidos por rescatarnos.

Ay!! Son tantos y tan contundentes los agujeros de este barco que cuesta mirar sin echarse a temblar y, por ello, la tentación de cerrar los ojos es grande, muy grande.
Pero, ¿os imaginais un barco que se hunde mientras gran parte del pasaje tiene los ojos cerrados?

Pues eso, la realidad es muy tozuda y, por mucho que cierre los ojos, no lograré detenerla.
Con los ojos cerrados, viviría pisando sin mirar por donde piso, sin entender el sentido de cada paso que doy, algo mareada y sin rumbo.
Ésta, la realidad, se me presentaría una y otra vez, como si quisiera pillarme, como si ella y yo estuviéramos jugando al pilla-pilla sin descansar, sin tregua ni reglas claras.
Desde ahí, no podría preguntarme cómo vivir esta realidad del mejor modo posible ni buscar una respuesta que me convenza.
No podría acoger el sufrimiento de las y los demás. No podría acoger siquiera mi propio sufrimiento cuando esta realidad me alcance con todas sus garras.
No podría resistirme al desastre ni tampoco crear o apoyar alternativas viables y humanas.

Por esto, por todo esto y mucho más, os propongo que abramos los ojos en compañía, conversando, apoyándonos, abrazándonos, nombrando, pensando, cuidándonos, creando.
Que lo hagamos reconociendo, nombrando y entendiendo nuestras dificultades y resistencias, nuestra propia realidad interna.
Que lo hagamos del modo que cada cual necesite para que le sea soportable.
Que lo hagamos con tiento y con tino.

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