Os propongo que respiremos, escuchemos nuestra respiración, contactemos con su ritmo y su necesidad, mimemos esa experiencia que conforma el conjunto de nuestra existencia y recordemos, desde ahí, que somos naturaleza viva.
Quizás, entrando en contacto con lo más básico, consigamos encontrar los hilos para movernos en este maremagnum de barbarie e injusticia que, a menudo, nos deja sin aire.
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