‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Memoria histórica

Hace ocho años, me levanté, me duché...
Luego la radio... y la desazón...
Iba a tomar el tren, pero no, no tenía sentido.
Amasijo de hierro y de sangre.
Me apresuré a pillar el metro.
Filas inmensas de personas calladas, abrumadas, en cada estación.
Y la policía vigilándonos.
Impartí un curso lleno de lágrimas.
Leí poemas nacidos de algún dolor.
Al día siguiente, frío y lluvia.
Y grité un grito silencioso que aún permanece en mi garganta.

Hace un año puse la tele.
Vi la imagen de una ola gigante en el otro lado del mundo.
Casas y cosechas deshechas.
Y el aire, el aire, el aire... Y la lluvia.
Nadie se merece respirar ese aire.
Fukushima pasó a ser parte de mi vocabulario.

Hoy voy a una manifestación.
Duele el hambre de tanta gente y la pobreza que nos acecha.
Da rabia el desafecto que nos gobierna.
Siento impotencia...
Se me ha atragantado ese goteo de píldoras hipercapitalistas.
Voy a una manifestación con la digestión pesada.

La Historia deja su huella en la memoria, en el cuerpo, en cada vida.
La Historia deja su huella en cada historia.
Ojalá fuéramos capaces de dejarnos sentir esa huella, escucharla y escudriñar su significado en cada piel.
Brújula que señala el camino para traer lo aprendido en cada historia a la Historia.
Y seguir, seguir, caminando, creando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada día es el día que será historia, pero sólo nos alcanza la que nos toca.
Bs