‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Arde...

Por las noches, cada cierto tiempo, mi cuerpo de mujer madura se acalora y, al cabo de unos segundos, vuelve otra vez a la calma.
El calor me despierta y la calma me permite retomar el sueño.

Algunos edificios de Grecia sueltan llamas.
Me imagino a mujeres, con sus hijas e hijos, detrás de ventanas semiabiertas intentando controlar el ardor del miedo que se ha instalado en sus entrañas.
Miedo a lo que se les viene encima ante tanta vuelta de tuerca, tanto desprecio y tanta rapiña.
Miedo a la rabia que puede desatarse sin rumbo cierto

La textura del calor que sale de lo más profundo de cada ser humano se hizo patente el jueves pasado en dos encuentros que tuve en Singulares.
Lo mismo pasó el sábado en el encuentro con otro grupo.
Aún siento el confort de ese ardor.
Gracias a eso, hoy me es más fácil respirar.

Esta mañana, mis lágrimas son como burbujas volcánicas a punto de estallar.
Es la forma en la que mi cuerpo reacciona ante ese decretazo que, a modo de bomba, permite esclavizar las condiciones laborales.

Ayer estábamos en alerta naranja por el frío.
Caminé y caminé por el campo, y sentí como mi cuerpo entró en calor.
Y la compañía, la buena compañía, mantuvo la brasa viva.

Así ando, conviviendo con mis ardores y calores.
Con ganas de un café calentito para hacer frente a esta mañana que, al igual que las anteriores, es fría, muy fría.

2 comentarios:

Manuela dijo...

!!un abrazo!!

barutarroba dijo...

las llamas se acercan, yo tambien siento su quemazón. Ojala seamos capaces de crear en común respuestas creativas ante tanta violencia desatada. Besos al calor de la chimenea