‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Duele

No digo nada nuevo si os cuento que la cosa está cruda.
Nos siguen robando descaradamente, el superavit de la seguridad social peligra, los recortes prosiguen y el sufrimiento se agrava.

Duele, me duele.

Dicen que no sea agorera, que sonría, que no pierda la esperanza, que sea optimista.
Al escuchar todo esto, siento una punzada en el pecho.

Es el dolor rebelándose, no quiere avergonzarse de sí mismo, no quiere quedarse mudo, no quiere dejar de contar al mundo la fuerza que trae consigo.
Lo escucho y me doy cuenta que ese dolor que tengo es parte de mi resistencia, de mi fuerza, de mi contacto con esa crudeza que ya no sé como nombrar.

Ahora me estorban las sonrisas impostadas que me sacan de la realidad.
Prefiero esta pena que nace de mi relación con lo que hay.
Es una pena que me conecta profundamente con las necesidades que tengo por el hecho de ser cuerpo.
Es un dolor que no anda solo, hace guiños al dolor ajeno y siente calor, ganas de amar, complicidad y hambre de cuidado.
No es un dolor que mate la sonrisa. Al contrario, le gusta estar acompañado de una sonrisa más tierna y profunda.

Escuchando mi pena, dejando que el dolor tome asiento en mi vida, entiendo que ese runrún sobre el optimismo que tanto me estorba no es otra cosa que una suerte de diazepam hecho ideología.

1 comentario:

Patricia Torres Cañada dijo...

Graciela, gracias por compartir tu dolor, gracias por tu compañía.

besitos