‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

¿Extrañezas?

El lunes, al volver de Elche en autobús, una mujer asiática y con graves dificultades motoras hizo ademán de necesitar ir al baño, parecía que se trataba de una urgencia.
Para hacerlo, ella, con el autobús en marcha, tenía que caminar por los pasillos, bajar una escaleras, abrir la puerta del aseo, etc. Pero a su cuerpo le faltaba el equilibrio necesario.
Ante esto, una mujer se levantó y pidió a la conductora que parara en alguna estación de servicio, pero ésta se negó.
Dada la situación, la gente que estaba sentada en los asientos que dan al pasillo le sirvieron de apoyo para que pudiera llegar a la puerta del aseo y, al llegar allí, algunas mujeres le ayudaron a bajar las escaleras, abrir la puerta y todo lo demás.
Me emocioné al ver la escena.
Pensé que se trataba de una rareza porque habitualmente la gente pasa de ayudar en situaciones como esta.
Luego pensé que quizás los gestos como estos son más habituales de lo que nos dicen y tal vez el problema esté en que no les prestamos atención.

Hilando una cosa con otra. Recordé la cantidad de desahucios que se han logrado detener o posponer en los últimos meses.
De pronto, me emocioné pensando en la existencia de personas dispuestas a dejar parte de su tiempo y de su piel para ayudar a otras personas que están en apuros.
Volví a pensar que son bien pocas las personas que actúan de este modo. Pero luego, pensándolo mejor, sentí que estas acciones no eran tan extrañas. Lo realmente extraño es la frialdad con que la banca y el Gobierno han tratado este tipo de injusticias.

Recordé otras muchas escenas cotidianas de auxilio, apoyo, solidaridad o simplemente amor.
Recordé también que, cuando solo nos muestran cómo se mueven los hilos del poder, da la sensación de que en el mundo solo existen situaciones de miseria y violencia.
Recordé la necesidad de ensanchar la mirada para ver a gente de carne y hueso actuando de otro modo, con otra lógica.
Y emociona... Me emociona.
Desde ahí, desde esa mirada más amplia, el mundo se me vuelve más cercano.

2 comentarios:

Morgana dijo...

Yo también me emociono. Un beso amazónico.

Raquel dijo...

A veces sólo hace falta cambiar la mirada para darnos cuenta de que en el mundo hay mucha gente que piensa en los y las demás. Cuando voy en metro y hay una mujer embarazada o alguien mayor, es rara la ocasión en que nadie se levanta; casi siempre hay una persona que cede su asiento. Y aunque es cierto que otras muchas (incluso la mayoría) se quedan sentadas con los ojos clavados en sus libros, yo prefiero fijarme en quien sí hace el gesto y, con ello, permite que el mundo sea más acogedor y amoroso.

Besos y buen verano, Graciela.