Mi cuerpo suda, suda tanto que, a veces, me da la sensación de estar en el desierto y que todo lo que me rodea no es más que un espejismo.
Junto a esto, mi cuerpo se hiela al ver que la desesperación y desolación de tantas griegas y griegos ha desatado un festín en muchas Bolsas europeas.
Al mismo tiempo, en estos días, he vivido la felicidad que surgió en un festín de otra envergadura, un festín creado por personas diversas que se han juntado con una gran disposición para escucharse, entenderse, aceptarse.
He vivido también la dureza de esa burocracia que, a golpe de decretos y leyes, pasan por alto la relación y las necesidades reales de cada ser humano.
No sé, creo que son tan fuertes los contrastes que vivo últimamente que, en ocasiones, me mareo y me desoriento.
1 comentario:
Graciela, qué sabia y humana.
besitos
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