‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Qué sostiene la vida... IV

Mientras sigo con mi reflexión sobre qué sostiene la vida en momentos en que ésta pende de un hilo, recuerdo a Maggy. 
Su experiencia engloba los diferentes aspectos que he ido relatando sobre este asunto.
Ella es de Burundi y, por el hecho de ser mujer, le ha resultado más fácil no coger las armas en la cruenta lucha que se dio en su país entre hutus y tutsis.
Desde ahí, no tuvo dudas sobre el sinsentido de tanta masacre y encontró el modo de hacer algo con esa certeza.
Asimismo, supo ver que, a pesar de tanto horror, éste nunca ocupó todo. Se dio cuenta que, tanto en sí como fuera de sí, aún quedaba lugar para el deseo de aprender, relacionarse, querer, vivir en paz.
Sobreponiéndose a diversos traumas, ha sido capaz de crear, junto a otras y a otros, un amplio espacio donde niñas y niños de ambas etnias conviven, se forman, se cuidan, juegan.
La conocí en un encuentro en Maspalomas (Gran Canaria) sobre el amor y la soledad, organizado por la Escuela para Aprender a Vivir. Me sorprendió su sonrisa y el movimiento de su cuerpo, pura vitalidad.
Para mí, su práctica es un ejemplo de ese amor que, como dijo Simone Weil, no consuela, sino que da luz.

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