‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

La cara y la cruz...

Hace ya algún tiempo, vi a una mujer embarazada de unos ocho meses sentada en su mesa de trabajo. Estuve solo un ratito mirándola y, en ese tiempo, no paró de coger llamadas, de organizar su agenda, de hacer tantas cosas a la vez que, con sólo mirarla, pude sentir su fuerte estrés.
Al verla, supe que para seguir con aquella vorágine ella tenía que 'olvidarse' durante las horas de trabajo de lo que ocurría en su cuerpo.
De algún modo, la presencia de aquella mujer embarazada ponía en evidencia que los modos de trabajar en aquella oficina, del mismo modo que ocurre en tantas otras, van en contradicción con la vida.
De pronto, se me ocurrió que el desprecio que gran parte del mercado laboral tiene hacia las mujeres embarazadas tiene que ver con que ellas nos recuerdan, con su sola presencia, que somos cuerpos vivos y necesitados y, al recordarlo, evidencian cómo se estructura dicho mercado y a costa de qué.

Hace unos días, los ministros de empleo y asuntos sociales de la Unión Europea se han pronunciado en contra de la propuesta del Parlamento Europeo de aumentar los permisos de maternidad hasta las 20 semanas. O sea, una vez más han despreciado el cuidado de la vida alegando que, además de razones económicas, esta medida iría en contra de la plena incorporación de las mujeres al mercado laboral, dando a entender que la vida humana ha de plegarse a la lógica de dicho mercado y no a la inversa.

Con todo esto en mi cabeza, ayer fui a la exposición sobre la Infancia de Isabel Múñoz. Al ver esta foto de madres senegalesas que hacen de canguro de sus hijas e hijos que han nacido de forma prematura para que no tengan que vivir en la frialdad de una incubadora, sentí que no todo está perdido:

Madres Canguro de Senegal: foto de Isabel Múñoz

2 comentarios:

Morgana dijo...

Qué bellísima foto y que mujeres tan, aparentemente, serenas.

Suscribo todo lo que dices.

Un abrazo!

orlanda dijo...

precioso