Fotografía del proyecto litel pipol (litelpipol.blogspot.com) |
Al entrar me dí cuenta, una vez más, que esta casa es mucho más que una casa.
Es el lugar donde la familiaridad de los objetos y de los muebles me acoge y me ubica, donde encuentro las huellas de muchas horas de descanso, reflexiones, amor, discusiones y trabajo, donde vivo la seguridad de quien tiene un techo donde volver, donde las coordenadas están inscritas en la propia piel.
Me gustaría que fuera más grande, que tuviera más luz, que tuviera más posibilidad de aire, pero nada de eso me quita esa sensación de hogar.
Ahora, en este instante, me cuesta imaginar el dolor de tantas personas que viven su casa como territorio enemigo o el de quienes han perdido todo eso a lo que llamamos casa.
1 comentario:
Que bonito. Eso es lo que hecho de menos del piso donde vivo ahora y en el que no quiero dejar mucha huella por miedo al dolor que sentiré cuando me vuelva a ir. He sentido algo parecido a lo que tu dices en la casa de Manzanares, donde nació Béla. Esta casa se ha metido debajo de mi piel y me pongo muy triste al pensar que la he dejado para siempre. No era consciente de lo que significa tener un hogar por eso me parece tan maravillosa tu observación. Julia
Publicar un comentario