‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Sí se puede...

Cada vez que escucho decir que 'no somos Grecia', 'no somos Portugal' o 'no somos Chipre' se me rompe algo por dentro.
Siento en la tripa el gusto agrio que deja uno de los máximos exponentes del capitalismo: mantener a raya los perdedores para seguir en la liga de los ganadores.
Como si la pobreza y el hambre fueran un virus que trae el destino y, en un 'madresita, que me quede como estoy', necesitaramos de una gruesa frontera para defendernos de esa lacra.
Se trata de un juego simbólico perverso que da la espalda a la posibilidad de crear algo más humano con quienes más sufren por miedo al contagio, o sea, nos quita inteligencia para entender que el virus que realmente daña es esa lógica capitalista que tiende a dejar desechos allí donde pisa.
Por todo ello, en el día de hoy, en el segundo aniversario del 15-M, agradezco que sigan vivos tanto este como otros hilos de indignación que, de forma transfronteriza, saben mirar fuera de este parámetro tan estrecho. Sin ellos, no creo que hubiera podido respirar como respiro ahora.




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