Las guerras han estado alimentadas por ese modelo viril patriarcal que, rondando lo absurdo, considera el llorar propio de 'gallinas', el cruzarse de brazos ante una afrenta propio de cobardes y tener empatía con quién sufre el daño que le hemos causado cosa de 'nenazas'.
Es tanta la deshumanización que hay detrás de este modelo que no me extraña que en las guerras, me atrevo a decir que en todas las guerras, siempre haya habido desertores.
Tradicionalmente, las mujeres han estado al margen de estas lides.
La gran mayoría, desde ese otro lado, han dado, cuidado y sostenido la vida.
Algunas, han admirado y jaleado a los soldados.
Otras, en cambio, han optado por hacer la vista gorda ante la guerra, como si se tratara de algo que no les incumbiera.
Mientras que otras han optado por poner palabras a lo qué significa todo esto para la vida humana y se han organizado con el fin de dejar sin sentido y sin apoyo a este tipo de barbarie.
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| Collage de Mujeres de Negro |
Pero aquí no acaba la historia.
Hay mujeres que, queriendo ser 'como ellos', han luchado para lograr la incorporación femenina, no sólo a los ejércitos, sino también a las guerras.
Poco a poco, esta demanda ha ido cobrando cuerpo.
Es un camino que le ha venido muy bien a los ejércitos porque les ha permitido asegurarse reemplazo ante las deserciones.
Quizás, por ello, el Pentágono ha ordenado que las fuerzas armadas habiliten puestos del frente de batalla para las mujeres.
Argumentan que, de este modo, ellas tendrán más facilidad para ascender dentro de la jerarquía militar.
Y a mí se me ponen los pelos de punta.
No logro ver nada positivo en esa política de 'discriminación positiva' que discrimina lo más básico, la vida misma.
Me asusta esa forma de entender la igualdad que nos pretende igualar en lo más rancio.
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