‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Austeridad

Austeridad es una de esas palabras con las que siempre he simpatizado, tanto por su sonido como por su significado o, al menos, por el significado que le doy.

Me gustan las casas con pocos muebles que se adornan con la fuerza de la luz natural.
Me gustan los vestidos sencillos y los maquillajes hechos de la vida vivida intensamente. 
Me gustan las personas abiertas a la escucha y parcas en soliloquios.
Me gustan quienes se paran a mirar las puestas del sol y se emocionan ante una buena conversación.

Esto y mucho más lo relaciono con una belleza sutil, casi tenúe, que no necesita atiborrarse de objetos para salir a la luz.
Una belleza que, no solo nos sitúa en lo más genuino de la vida, sino que también la cuida, ya que permite darle sentido sin arrasar con el planeta.

Ayer, el BCE volvió a prestar una cantidad ingente de dinero casi regalado a las entidades financieras que así lo desearan mientras que en Cataluña se instala el repago en la sanidad y en la Comunidad de Madrid se eleva el horario laboral del funcionariado.
A este conjunto de medidas tan injustas y desproporcionadas se ha dado por llamar austeridad.

Como la cosa siga así, temo quedarme sin vocabulario para nombrar lo que me gusta, me orienta, me sienta bien..
Aunque, mientras alguien me entienda, seguiré usando la palabra austeridad.
Desde ahí, os deseo una navidad austera, donde no se escatime en cuidado y vitalidad.

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