‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Noviolencia en el 15-M

Una de las cosas que más me atrae del 15-M es su apuesta por la noviolencia a la hora de abrir conflictos, hacer frente a la violencia, resistir, transformar, nombrar y hacerse presente.
Es, por tanto, un movimiento que no aboga por la paz de los cementerios, sino por esa paz que no reniega de los conflictos ni se achica ante la enorme violencia que existe en el mundo.
Es una apuesta que interpela a cada persona que se acerca a él, ya que nos lleva a preguntarnos sobre la relación que cada cual establece con su propia violencia.


En una asamblea escuché a un chico decir que lo que le pide el cuerpo en realidad es poner bombas a los bancos y a diferentes instituciones. Pero ha decidido contener esa furia y actuar de forma pacífica.
Ha decidido este camino porque sabe que ese afán destructor desligitamaría sus demandas y daría más cancha al capital.
O sea, parece que él asume esta forma de actuar, no por convicción ni porque le guste especialmente la paz, sino por encontrar que, hoy por hoy, ésta es una táctica eficaz.
Tras su discurso, hubo aplausos, lo que me hace pensar que había más personas que viven la noviolencia como una mera estrategia.

En una cafetería, la camarera se acercó a Pepe, mi pareja, porque le había visto en la manifes- tación del 15 de octubre.
Nos contó que ella fue a esa convocatoria con su hijo de 7 años. A este niño no le gustan nada las multitudes y, por lo mismo, le preguntó a su madre porque tenían que estar en esa manifestación.
Ella, haciendo alarde de una cierta ironía, le contestó: 'para que tu madre no termine poniendo bombas en los bancos'.
No sé bien como este niño reaccionó a esta respuesta. Lo que sí sé es que ella, con esta afirmación, estaba diciendo que encontró en el 15-M una forma de canalizar su rabia que desplaza la violencia de su horizonte y le gusta que esto sea así.
O sea, ella no está conteniendo su violencia, está simplemente desplazándola para dar cabida a otra cosa.

Estas experiencias me han permitido comprobar que son muchas y variopintas las maneras de acatar la noviolencia como forma de hacer política.Y, evidentemente, unas están más cogidas con pinzas que otras.
Por eso, me sorprende, y me sigue emocionando, que la apuesta por la paz siga afincada en el centro, no solo del 15-M, sino de muchos movimientos que, hoy por hoy, están expandiéndose por el planeta.

1 comentario:

Patricia Torres Cañada dijo...

Ay, Graciela, me gusta como sigues pensando, mediando, yendo un poquito más allá.

Me sigo quedando con algunas personas singulares que se acercan al 15M. Me cuesta pensar en el'movimiento'.

Muchas gracias.