Soy una mujer enferma. Sin embargo, salvo algunas excepciones, en los centros de salud, hospitales y ambulatorios a los que he ido, me han tratado como si mi enfermedad se diera en un cuerpo neutro. Y, como ya sabemos, lo neutro en nuestra cultura es en realidad masculino.
Desde esta mirada androcéntrica, se ha ninguneado, banalizado y caricaturizado algunos de los síntomas que tengo por el simple hecho de ser mujer.
Por ello, cuando escuché por primera vez a Carmen Valls Llobet, sentí un fuerte agradecimiento. Ella trabaja para favorecer una medicina que acoja las diferencias que se dan en los cuerpos femeninos, no como una extravagancia o una banalidad, sino como una realidad a la que es necesario mirar, entender, atender, escuchar... Si quereis saber más sobre su pensamiento, os dejo aquí este texto suyo.
Ella, junto a otras mujeres, nos alertan cada día sobre lo qué puede pasar a nuestros cuerpos cuando, junto a este desprecio, los intereses de la industria farmacéutica ven en nosotras un filón.
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