‘Vivir plenamente hacia lo interior igual que hacia lo exterior, no sacrificar nada de la realidad externa en beneficio de la interna y viceversa.’
(Etty Hillesum)

Concertinas

Vienes de ese lugar donde se huele el dolor de la sangre, se convive con el vientre helado y la resistencia, a lo largo de los siglos, se ha incrustado en piel negra.

Un instante antes de saltar la valla, tu corazón golpea con tal fuerza que la sangre, más que fluir, estalla.
¡Saltas! Una punzada desgarra tu piel, la sangre brota de tal modo que la frontera entre la muerte y la esperanza se te presenta en forma de bruma.

Vida golpeada por ese norte que, a base de cuchillas, expolia tu horizonte por un afán insaciable de ganancias.

Hoy, en este norte desnortado, hay quienes obvian vuestra sangre al justificar las concertinas y minimizan el frío y el hambre que se vive a este lado de la frontera.
Son quienes, con el mazazo del miedo en forma de ley, pretenden dejar sin fuerza a nuestra hospitalidad y sin luz a nuestra rabia.

Pensando en ti, me doy cuenta que, en nuestra capacidad de acogida y de relación, se encuentra una hermosa forma de desobediencia.